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Becquer, Gustavo Adolfo ( Biograf?a )
Becquer, Gustavo Adolfo

GUSTAVO
ADOLFO BÉCQUER (1836 – 1858 )
Escritor español.

BIOGRAFÍA

Nació
en Sevilla el 17 de febrero de 1836, en el número 9
de la calle Ancha de San Lorenzo ,

Fue
bautizado el jueves 25 del mismo mes en la parroquia de San
Lorenzo Mártir, oficiando de madrina Manuela Monnehay,
hija de un perfumista francés instalado en Sevilla
y discípula del padre pintor del poeta.Los
Bécquer, nobles flamencos, llegaron a Sevilla a finales
del siglo XVI para comerciar, y pronto alcanzaron una próspera
situación entre las familias sevillanas más
altas, con capilla propia en la catedral hispalense.El
padre, don José Domínguez Bécquer, pintor
de costumbres, casó con doña Joaquina de la
Bastida y Vargas, y de este matrimonio nacieron ocho hijos.
Don José tuvo éxito pintando para los ingleses
viajeros que compraban entusiasmados sus cuadros costumbristas,
lo que le permitió mantener holgadamente a su familia.La
infancia del poeta fue dichosa hasta los cinco años,
en que murió su padre. Después, a los once,
moriría su madre, mientras el niño estudiaba
para marino en el colegio de San Telmo en condición
de pobre pero de familia noble.Protegido
por su madrina y por su tío Joaquín Domínguez
Becquer, importante pintor sevillano, el poeta aprende pintura
y humanidades y estrecha relaciones en especial con su hermano
Valeriano, que andando el tiempo se convertirá en importante
pintor y protegerá al poeta en momentos difíciles.Progresa
el niño rápidamente, como demuestra su Oda a
la muerte de don Alberto Lista, escrita en 1848.

En 1853, Bécquer es ya un joven poeta que publica versos
en revistas y periódicos locales, y que conoce a otros
incipientes escritores que han de tener importancia en su
vida, como Narciso Campillo, futuro editor póstumo
de sus obras, o Julio Nombela, autor de unas importantes memorias
que reconstruyen gran parte del periplo vital becqueriano.

Los tres poetas forman una sociedad literaria y recogen sus
poemas con la ilusión de publicarlos en Madrid y alcanzar
fama. Su educación literaria, dirigida en el Instituto
sevillano por Francisco Rodríguez Zapata, discípulo
del gran ilustrado Alberto Lista, es clasicista, con especial
aprecio a los poetas latinos y españoles del Siglo
de Oro, en especial, Fray Luis de León, Herrera o Rioja.A
la búsqueda del ritmo musical, de la expresión
ajustada y noble, se une una inclinación prerromántica
hacia lo sublime: la emoción ante la noche, la muerte,
la fragilidad humana, etc., tal y como habían cantado
Young, Rousseau o Chateaubriand.

La familia Bécquer, en arte y en política, se
identifica con la Sevilla conservadora.Así,
mientras en Madrid, en 1854, triunfa la intentona liberal-popular
de O’Donnell, la «Vicalvarada», el poeta exhibe
su espíritu satírico frente a la revolución
en unos dibujos que se conservan en un álbum denominado
Los Contrastes, o Álbum de la Revolución de
Julio de 1854, por un Patriota.Un
retrato de 1853 nos muestra al Bécquer de gusto clásico,
fino y esmerado. El romanticismo lo invade todo, y pronto
Gustavo Adolfo se deja ganar por el sueño de conquistar
gloria y fortuna en Madrid. Abandona Sevilla y, con la ayuda
de su tío, llega a la Corte en octubre de 1854.Nombela
lo espera, y Campillo ha de llegar en breve. El primero da
detalles de la lóbrega pensión en que ha de
hospedarse, donde, en cambio, la patrona doña Soledad,
andaluza así mismo, lo protegerá.

Hasta 1860, en que gracias a otro de sus grandes amigos y
editores de su obra póstuma, Rodríguez Correa,
le consiga un empleo fijo de redactor en un gran periódico
centrista español, El Contemporáneo, Bécquer
conocerá las privaciones y la forzosa bohemia que han
sufrido la mayoría de escritores en España.Para
ganar el pan tuvo que hacer de todo: biografías de
políticos a destajo, traducciones, chupatintas en una
oficina pública, dibujos, zarzuelas, etc. La estética
becqueriana, formada de un cierto clasicismo entreverado de
romanticismo medievalista, encontrará en Madrid un
nuevo ambiente poético del que saldrán, finalmente,
las Rimas becquerianas.El
romanticismo desarrolla una faceta desatendida anteriormente:
la intimista, y se concentra en las verdades del corazón
a través del poema breve, directo, o de la balada germánica,
imaginativa y sugerente. Interesan ahora el Byron de las Hebrew
Melodies, o el Heine del Intermezzo a través de la
importante traducción que Eulogio Florentino Sanz realiza
en 1857 en la revista El Museo Universal.En
1857 emprende una obra importante, la Historia de los Templos
de España. Se trataba, siguiendo a Chateaubriand, de
estudiar el arte cristiano español uniendo el pensamiento
religioso, la arquitectura y la historia: «La tradición
religiosa es el eje de diamante sobre el que gira nuestro
pasado.Estudiar
el templo, manifestación visible de la primera, para
hacer en un sólo libro la síntesis del segundo:
he aquí nuestro propósito.» El proyecto,
inacabado pero que reunió a grandes especialistas,
muestra las dotes organizativas del poeta «soñador».Para
ganar algún dinero el poeta escribe, en colaboración
con sus amigos, comedias y zarzuelas como La novia y el pantalón
(1856), en que satiriza el ambiente burgués y antiartístico
que le rodea; o, entre otras, La venta encantada, basada en
el Quijote.

En
1858, cansado y debilitado por el trabajo y las penurias,
cae el poeta gravemente enfermo. Le asisten su hermano Valeriano
y su amigo Rodríguez Correa, quien, para encontrar
recursos, rebusca entre los papeles de Gustavo Adolfo y encuentra
la primera de las leyendas publicadas, El caudillo de las
manos rojas, de ambiente hindú y de un exotismo orientalista
bastante nuevo en España.