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Leyenda y mitos de las flores
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Leyendas
y mitos de las flores

El
hombre siempre ha vivido en estrecha relación con las
plantas, que le han proporcionado tanto ayuda (en forma de
alimento, remedio contra enfermedades, elixires de belleza…)
como agresión (en forma de terribles venenos). Por
todo ello, a lo largo de los siglos, han dado pie al nacimiento
de todo tipo de mitos y leyendas. Véamos algunas de
ellas.

El cardo

Se
cuenta que en el siglo X, durante el reinado de Malcom I de
Escocia, los normandos se acercaron a los combatientes escoceses,
aprovechando la oscuridad de la noche para sorprenderlos y
obtener una fácil victoria.

Sin
embargo, uno de los intrusos pisó un cardo y, al no
poder soportar el dolor que sintió, gritó con
todas sus fuerzas provocando que los escoceses despertaran
y empuñaran sus armas contra los atacantes, a los que
vencieron.

Desde
entonces, el cardo es el emblema nacional de Escocia aunque,
ya desde el siglo VIII existía, entre los escoceses,
la Orden del Cardo, cuyo lema era: «Nadie me provoca
sin ser castigado».

El
muguete

Una
leyenda de la baja Edad Media cuenta la historia de San Leonardo,
protegido del rey Clodoveo de Francia, que dedicaba su tiempo
a tratar de aliviar las penas de los enfermos.

La
vida en la corte disgustaba tanto al santo que un día
decidió dejarla e irse a vivir en una choza en el bosque,
alabando a Dios constantemente por su generosidad y por los
maravillosos regalos que la naturaleza le ofrecía.

Un
buen día, recibió la provocativa visita del
diablo en forma de dragón. Un duelo debería
decidir quien sería el dueño del bosque.

La
lucha duró tres días, hasta que el santo consiguió
hundir su cruz en las fauces del dragón. De la sangre
que derramó el dragón brotó hierba venenosa;
de la que perdió San Leonardo, creció muguete.

En
Francia, los enamorados se obsequian con esta flor para desearse
suerte.

El
nomeolvides

Según
una vieja leyenda islámica, un ángel se encontraba
llorando a las puertas del Paraíso, del que Alá
le había expulsado porque el ángel amaba a una
mujer mortal.

Sólo
sería perdonada si plantaba la flor nomeolvides por
todo el mundo. Cuando el ángel contó a su enamorada
este requisito, tan difícil de cumplir, ella prometió
ayudarlo en su tarea.

Tanto
amor y sacrificio conmovieron a Alá, que otorgó
la inmortalidad a la mujer y abrió las puertas del
Paraíso a los amantes.

Enviado por Rosana Rojas