Poemas y Relatos
Web de poemas y relatos
Poemas y Relatos » opinion » Sin criterio propio
Sin criterio propio
Sin Clasificar

ALGO
MÁS QUE PALABRAS

SIN CRITERIO PROPIO

Cada
día son más las personas que se venden al mejor
postor y no al mejor pastor. Nada les importa. Entran al trapo
igual que un toro en una noche de luna clara. Las palabras
dichas no tienen valor alguno. Hoy digo una cosa, mañana
otra. Da igual pasar del blanco al negro o cegar de un ojo
si el vecino ciega de los dos. La lógica racional no
cotiza. Ni el sentido común. Y menos el criterio propio.
De estas mezquinas actitudes, se deriva una verdad: la renuncia
a ser. Abandonados a nosotros mismos, como un objeto en rebaja,
se nos compra con dinero. Hemos perdido el norte en tantas
cosas, que apenas valemos unos euros. Tras el cheque todo
se permite. Que te hagan llorar. Que te insulten. Y hasta
escupir he visto en un programa de la tele, de esos que airean
vidas, tan de moda hoy. El ser humano no puede caer tan bajo
–eso me digo-, pero observo que cada día vive
más en el pozo del absurdo. Sin criterio propio, con
los brazos cruzados, a la espera de unas migajas. Cuando el
ser humano ha de tener su propio criterio y huir de la tentación
de confiar en los compradores de vidas. La existencia de cada
cual es demasiado importante para ser moneda de letra y cambio.
El ser humano no puede ser devaluado a la esfera de lo material.
No se pueden consumir seres humanos como pitillos de tabaco.

Es
necesario vivir y dejar vivir. Potenciar la cultura de la
vida. Quererse a uno mismo para querer a los demás.
Interiorizarse sin pensar en tanta exterioridad y en aparentar
otra cosa, que a lo mejor, ni vale la pena. Donarse antes
que endeudarse, por más que las entidades crediticias
nos tienten con préstamos a la espera de una firma.
Compartir tartas antes que partirse a tortas. Consolar antes
que asolar. Construir antes que destruir. Decidirse por esta
propuesta no es una apuesta fácil. Lo sé. Somos
frágiles. Pero es una forma de saciarse gozosa. Aquel
que la cultiva repite. Cultivarse debe ser un afán
y un desvelo para que la vida de cada hombre, por el hecho
de serlo, sea cada vez más humana, la cual no ha de
limitarse solamente a la visión biológica, psíquica,
o social, también a otra cuestión de suma trascendencia,
la de la dignidad plena, que es un pleno derecho. Todavía
hemos de dignificar la dignidad. Para empezar, propongo, quitar
algunos anuncios publicitarios. Ciertamente, el ser humano
no es un objeto, y se afirma cuánto más generosamente
se entrega. Pero no a cambio de euros.

El
arte de pensar con criterio, pauta de salud mental, no se
aprende tanto con reglas como con modelos. Lo que sucede es
que los tipos que la sociedad hoy nos mete por los ojos, carecen
de principios, son groseros y extravagantes, chabacanos y
presumidos, sin estilo alguno. Si hiciésemos un acto
de reflexión, que ya no lo hacemos porque ya no tenemos
ni tiempo para nosotros mismos, quizás no nos reconoceríamos.
Nos hemos perdido. O abandonado. Conocernos a nosotros mismos
puede ser un buen propósito de verano, para tomar buen
criterio, que tal como está el patio, no es cuestión
fácil. La cultura que el hombre, como sujeto que es,
forja con sus distintas acciones, para bien o para mal, generan
efectos y afectos; de ahí, la importancia de un universo
cultural que fomente el discernimiento, para conseguir un
justo criterio, estructurado según valores fundamentales.

No
resulta fácil entender comportamientos de personas,
que dicen apostar por un mundo mejor, y luego sus andanzas
son de lo más salvajes. Se manifiestan violentamente.
Lo rompen todo. Operan en manadas y como borregos. Aunque
sean titulados universitarios. La abundancia de ideas no siempre
lleva consigo la claridad y exactitud del pensamiento, el
proceder con sano juicio. Existe en la atmósfera diaria
demasiada mentira. La misma televisión es una gran
mentira. Conducirse con criterio, es un medio para conocer
la verdad, la que tanto nos quieren ocultar los poderosos.

Ya
lo decía mi profesor de filosofía, la verdad
en el entendimiento es conocer las cosas tal como son. La
verdad en la voluntad es quererla como es debido, conforme
a las reglas de la sana moral. La verdad en la conducta es
obrar por impulso de esta buena voluntad. Por eso cuesta tanto
entenderse. Consensuar posturas. Dialogar con aquel que no
tiene nuestras mismas ideas. Nos falta la sensatez. El pensar
bien consiste: o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento
por el camino que conduce a ella. ¿De qué sirve
discurrir con sutileza, o con profundidad aparente, si el
pensamiento no está conforme con la realidad? ¿O
si nos dejamos mover como marionetas? El buen pensador, el
que tiene criterio propio, procura analizarlo todo. No se
deja mangonear porque sí. Y al final del tiempo, el
juez más justo, apunta hacia esa persona que siempre
ha actuado con criterio propio, dejando una estela de seguidores
plenamente satisfechos. La coherencia llama al orden, con
entero asentimiento: “sí, es verdad, tenía
razón”.

Víctor Corcoba Herrero
Escritor