ROCIO
Y ESCARCHA

Acodada
al balcón,
dejo al rocío reptar desde la hierba
por mi ropaje libre,
hasta alcanzar la espalda
en sus caricias.

Le
robo un guiño a la luna
que me regala un cristal
de escarcha, detenida
en los suburbios
de la boca.

A
destiempo,
un canario vecino
trina despertares insolentes,
agotado de soles
cuarteados tras las sombras.

Un
deseo inconcluso
se desliza huérfano
entre surcos de tintes cavernarios,
acobardado
por preguntas sin respuestas.

Apoyada
en el dintel de la penumbra,
maquillando el aliento de albinas ansiedades,
se desprenden las hojas del otoño.

@ Silsh