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Romance de Dona Urraca
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ROMANCE
DE DOÑA URRACA

Acabado
el Rey Fernando
de distribuir sus tierras,
cercano para la muerte,
que le amenaza de cerca,
cuando por la sala triste ,
de negro luto cubierta,
la olvidada Infanta Urraca
vertiendo lágrimas entra,
delante su padre, el Rey,
con debida reverencia,
de hinojos ante la cama
las manos le pide y besa.
-<<entre divinas y humanas,
¿qué ley, padre os enseña,
por mejorar a los hombres
desheredar a las hembras?

Que no es derecho , no,
ni es posible que lo sea,
pudiendo ganarlo en lides
deis a los hombres hacienda.

Pues
si esto, padre es así,
¿qué culpa me deshereda?

¿Qué
desacato os hice
que yo tal culpa merezca?

A
Alfonso Sancho y García
que están en vuestra presencia,
les deis todos los haberes
y de mí no se os miembra.

No
debo ser vuestra hija,
que os causara si lo fuera
a tener de mi membranza
la misma naturaleza.

Si
legítima no soy,
aunque bastarda fuera,
de alimentar los mestizos
debéis de naturaleza.

En
traje de peregrina
partiré, mas haced cuenta
de lo que podré hacer
sin varón y sin hacienda.

Si
tierras no me dejáis
yo me iré a las ajenas,
y por negar vuestro tuerto
negaré ser hija vuestra>>

Atento
escucha las quejas
de su hija Doña Urraca
el noble Rey don Fernando,
desahuciado en la cama .

A
sus libertades locas,
va a responder y no habla,
que enmudeces hasta en los reyes
una mujer libertada.

Mas
por poder juntamente
reprenderla y remediarla,
arrancó palabras, antes
que se le arrancase el alma.
-<< Si cual lloras por hacienda
por la mi muerte lloraras,
no cuido , querida hija,
que el vivir se me otorgara.

¿Qué
lloras, loca mujer,
por las tenencias humanas,
pues ves que de todas ellas
sólo llevo hoy la mortaja?

Confieso
que eres mi hija,
pero saliste liviana,
en liviadense pensé
al punto que te engendrara.

Parióte
madre honrosa,
pero entregáronte a una ama,
que en las palabras demuestras
que era la lecha villana.

Dices
que tierras ajenas
irás, pero no me espanta,
que las que se van de lengua
a er infames se vayan.

Desde
que parta, iré derecho
a la celestial morada,
pues me han sido purgatorio
el fuego de tus palabras.

No
envidies a tus hermanos
¿cómo no atiendescuitada,
que como hacienda les dejo
obligación de guardarla?

Ellos,
con mucho,están pobres,
y tú estás rica sin nada,
porque las nobles mujeres
entre paredes se pasan.

Por
el restante de vida
que me resta, rindo gracias,
pues sólo en ello consiste
el dejar tú de ser mala.

No
quiero dejarte pobre,
porque lo dicho no hagas,
porque aunque nobles,eres
mujer y determinada.

Mas
por si puedo atajar
mi descuido y tu desgracia,
detrás las mandas que he hecho
quiero hacer otra manda.

Por
tuya de a Zamora,
bien guarnida y torreada,
que para tus desvaríos
importan fuertes murallas.

Hombres
buenos tiene dentro
para servirte y guardarla,
de sus consejos te fía
y de mis tesoros gasta.

Quien
te la quitare. hija,
la maldición le caiga>>

-Todos
dicen <<amén, amén>>,
si no es don Sancho que calla.<

Juramento
tiene hecho
sobre la cruz de su espada,
que antes de la media noche
de tenérsela quitada.