Poemas y Relatos
Web de poemas y relatos
Poemas y Relatos » relatos » libros » Nerea
Nerea
Botella, Harmonie

Nerea
Autora:
Botella Harmonie

Nerea era una niña muy guapa que vivía en un pueblecito español con sus padres y sus hermanos. A pesar de su gran belleza y de sus ojos verdes y profundos como las bellas llanuras no tenía ninguna amiga y se llevaba muy mal con sus hermanos. Quería siempre ser el centro de atención de todas las reuniones, hablar de si misma, olvidando a los que la rodeaban. Interrumpía las conversaciones de los mayores con unas historietas sin importancia, despertando en estos adultos un sentimiento de rechazo.

Los días de colegio, sus compañeras huían de ella. No soportaban sus aires de grandeza, sus constantes críticas, sus mentiras incesantes. Nerea era una niña impertinente. Quería ser la más guapa, la más inteligente, la más interesante y no se percataba que poco a poco todo el mundo la dejaba de lado.

En cuanto una alumna llevaba ropa o zapatos nuevos, Nerea martirizaba a sus padres para que le comprasen lo mismo. Al día siguiente, con sus nuevas prendas, se pavoneaba por el patio, mientras las demás niñas jugaban sin hacerle caso.

Un día durante la hora del recreo, Nerea sacó de su mochila la última game-boy que le regalaron sus abuelos y empezó a jugar. Marta, una niña de su clase se acercó y le pidió que le dejase el juguete. Nerea se negó contestándole que fuera a comprarse una. En cuanto acabó la frase, salieron de su boca piedras, tierra y flores podridas.

Unas carcajadas estallaron por el patio del colegio. Todos los alumnos se estaban burlando de ella. Una bruja se estaba cansando de la actitud de Nerea y la estaba castigando. Nerea quiso llorar y no pudo, en vez de eso sus ojos empezaron a cerrarse repetidas veces sin que pudiera controlarlos.

Disgustada, intentó escaparse y no pudo. Se pasó el día siendo el centro de atención de los niños y niñas del colegio. Cada vez que abría la boca para protestar salía un chorro de piedras…

Cuando llegó a su casa, sus padres muy preocupados la llevaron al médico. Patidifuso, el buen señor confesó que desconocía esta nueva enfermedad y les recomendó llevarla a la capital para consultar con un especialista. Volvieron a casa muy turbados. Era la primera vez que ocurría un caso semejante en el pueblo y no sabían a quien dirigirse.

María, la cocinera, les aconsejó que consultaran con Brillosinbrillo, la bruja del pueblo, antes de marcharse a Madrid.

Se dirigieron hacia su cabaña, andando, ya que no existía ningún camino que condujera hasta la casita de la anciana. Al cabo de unas horas, por fin llegaron delante de la morada de la bruja. Sapos y serpientes vigilaban la puerta de entrada.

Esperaron que la mujer, alertada por los gritos de los cuervos, saliese gritando y tirando cubos de agua sucia. Divisando a la familia que aguardaba delante de su puerta, moduló su voz con un tono melodioso y les hizo pasar dentro de la choza.

En cuanto entraron, la vieja casa se transformó en una bella mansión y la bruja se transfiguró en una preciosa hada. Antes de que pudieran explicar lo sucedido, Brillosinbrillo les expuso que lo que le ocurría a Nerea, no era ni más ni menos que un castigo que ella misma le había impuesto por su repelente conducta. Hasta que no cambiara de actitud, seguirían saliendo de su boca tierra, piedras y flores podridas. Ningún medico podría jamás curarle.

Regresaron a su casa muy apenados. Nerea había sido siempre una niña muy altiva y muy caprichosa. Era imposible que consiguiese cambiar su modo de ser por otro más afable.

Desfilaron los días unos tras otros sin que Nerea adoptase una actitud diferente. En el colegio seguía siendo el centro de interés por los borbotones de piedras que emergían de su boca. Todos los alumnos se burlaban de ella.

Un día, durante el recreo, Nerea se fue a hablar con Marta, compartió con ella su almuerzo y le prestó el juguete que le habían comprado sus padres por su cumpleaños. En unos minutos se hicieron amigas y Nerea entendió a partir de ese momento que ni la belleza, ni los bienes materiales sustituyen la amistad.

En cuanto Nerea sonrió, el embrujo se deshizo.

Era ya una niña agradable y sensata y no ansió más ser la protagonista. Quería ser como los demás y vivir feliz con sus nuevos amigos