Poemas y Relatos
Web de poemas y relatos
Poemas y Relatos » relatos » Siempre madre
Siempre madre
Arias Saavedra, Ana

SIEMPRE MADRE

Relato

Un matrimonio campesino, Isabel y Jorge, con dos hijas de cinco y seis años de edad respectivamente, ve truncada la armonía de su hogar al enfermar de gravedad Isabel, falleciendo a los tres meses de caer enferma.

En medio de la magna desolación , Jorge , el marido, encomienda a un vecino a que vaya a la funeraria, para que le traigan el hábito de la Virgen de la Esperanza, ataúd y candelabros para convertir la habitación conyugal en capilla ardiente. El vecino realiza la encomienda, y así Isabel es amortajada y alojada en un ataúd de madera de pino.

Los vecinos asisten a la misa oficiada en el hogar, por el cura párroco, hombre entrañable al que sus feligreses lo adoran. En el entierro las dos niñas , hijas del matrimonio, van peinadas como venía siendo costumbre cotidiana , con dos artísticas trenzas, el padre , en su malpocada confusión, piensa que es obra de alguna bondadosa vecina, a su vez, los vecinos se atribuyen el hecho entre ellos , los rumores van y vienen entre ellos , afán por saber quien se hizo cargo de asear las dos niñas. Las niñas asisten al entierro de su madre con expresión de serenidad en el rostro , los vecinos que las observan dicen entre ellos, ¡pobrecitas, la candidez es lo que hace estas cosas!, Jorge, asiste al funeral de su amada esposa, se siente morir de pena por tan sentida pérdida, mira hacia sus hijas, y piensa que por ellas no puede ni debe de decaer, que tiene que seguir adelante para encaminarlas en la vida. Regresa Jorge con sus dos hijas a su hogar, y lo nota inmensamente frío sin la presencia de su amada esposa. En ese estado tan penoso de su alma y su corazón, les prepara la cena a sus dos niñas, las acuesta, y a al igual que hacia su madre, se sienta en el borde del lecho y les cuenta un pequeño cuento, luego las besa en la mejilla y se va a su cuarto, en el cual silenciosamente llora su gran desolación .

A la mañana siguiente, se yergue muy temprano, para con el hacha cortar ramas de árboles podados para así encender la cocina económica, y poder calentar agua para asear a las niñas , también prepararles el desayuno, luego llevarlas al colegio, para más tarde irse a su trabajo de carpintero empleado, se encamina hacia la habitación de las niñas , se aloja en ella , y para su sorpresa las halla ya aseadas, peinadas con dos artísticas trenzas como era la costumbre , vestidas y calzadas, Jorge muy sorprendido les pregunta, ¿quién ha venido a peinaros? -¡ha sido mamá! – ¿mamá ?- ¡si, ha sido mamá !. Estas palabras las dicen las dos niñas al unísono, Jorge cree que las niñas andan confusas y no saben quién se encargó de ellas, asimismo piensa en que alguna vecina se tuvo que encargar de ellas mientras que él estaba con el labor de picar astillas , por lo cual las lleva a la cocina y les prepara el desayuno, luego las lleva al colegio.

Ya en su trabajo , Jorge no deja de pensar que cómo pudo ser lo de las dos niñas , que persona , hombre o mujer, hace ése trabajo y no deja que las niñas lo digan.

Al día siguiente, Jorge como es habitual, se yergue temprano y hace lo mismo del día anterior , para luego ir a buscar las dos niñas con el fin de ir a despertarlas y ocuparse de ellas, y al igual que el día anterior, al abrir la puerta de al habitación , se topa con las niñas aseadas, vestidas y calzadas, la misma pregunta del padre y la misma respuesta de las dos niñas , ¡ ha sido mamá!, Jorge ya no sabe que pensar , le resulta todo de lo más extraño que puede haber.

Al día siguiente, tan pronto se yergue, sigilosamente se dirige hacia la habitación de las dos niñas para mirar por el ojo de la cerradura, viendo con gran sorpresa por un lado , inmensa ledicia por otro, que Isabel su esposa, envuelta en un nimbo maravilloso , está peinando a las dos niñas, hablándoles con su habitual cariño, y que las dos niñas la están mirando cariñosamente embelesadas. Jorge siente que no se puede contener, desea ver a su esposa más de cerca, hablar con ella, por ello abre la puerta y le dice con inmensa alegría ¡¡¡Isabel!!! ¡¡¡que alegría!!!, Isabel deja su quehacer, y mirándolo con inmensa pena le responde, ¡pero qué has hecho Jorge!¡qué has hecho! ¡ que desde ahora mismo yo ya no puedo volver! diciendo estas palabras Isabel desaparece misteriosamente, dejando la habitación en una fragancia muy placentera, oliendo a rosas frescas en la primavera, las dos niñas lloran desconsoladamente, Jorge las abraza y llora con ellas sumamente compungido, por no haber sabido controlarse y dejar que Isabel viniese desde el infinito a cumplir con su deber de madre.

La ingente pena sentida, lleva a Jorge a caer enfermo, a encamar y fallecer , quedando las dos niñas al cuidado de los vecinos, y gracias a ellos con el paso de los años, se convierten en dos hermosísimas mujeres, más tarde madres de familia, que nunca olvidan, como su madre irradiando maravillosos halos, las atendía y mimaba cada día, hasta ese día, que el padre se adentró en la habitación, queriendo también para si, el cariño de su amada esposa. Ë

Ana Arias Saavedra